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domingo, 29 de julio de 2012

Poemas del libro Conversaciones en Comala

CONvERsaCiONES En ComAla
“Exígele lo nuestro. Lo que estuvo obligado a darme y nunca me dio…
el olvido en el que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro [… ]
Hasta que ahora pronto comencé a llenarme de sueños,
a darle vuelo a las ilusiones.
Y de este modo se me fue formando un mundo
alrededor de la esperanza que era aquel señor llamado Pedro Páramo
el marido de mi madre. Por eso vine a Comala.
Juan Rulfo


1
Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre.
J. R.
Existe el desierto
en nuestro corazón
anhelamos con lo desconocido
asir la tierra polvo
que se evade de los sueños
en partículas diminutas
aguijoneados por las ilusiones
tramamos la ventura del viaje
toda esperanza
de la vida-muerte-vida
se halla dibujada en imágenes
el sinsentido de la muerte
es el sentido de todo lo asible
2
“Una bandada de cuervos pasó
cruzando el cielo vacío”
J.R.
Los signos son detenciones
de los ojos
sobre la inexistencia
de dios
3
Ya para entonces soplaban vientos raros…
J. R.
El camino alarga la sentencia
los muertos se pavonean
detrás de la memoria
el olor de la ruda
espanta el olor
de la putrefacción del aire
apesadumbrada la pena
se vuelve roca
en la voluntad de quien la carga
4
Nada más porque se le murió su mujer, la tal Susanita.
Ya te has de imaginar si la quería.
J. R.
Cocer el roto de la vida
con puntadas que vuelvan y la rompan
acariciar con los sentidos
el eco que sale de la boca
respondiendo la pregunta
un vendaval surge del fondo
de la tierra
5
Se queja y nada más.
Tal vez Pedro Páramo la hizo sufrir.
J. R.
De la muerte
estamos librados
siempre que podamos
imitar la voz de lo inexistente
desatendemos la mirada
escasos de palabras
6
¿Pero de qué tiempos hablará?
J. R.
Resucitamos la memoria
atravesada
perpendicular
por un sol que nos ofrece
toda la ternura de su luz
exhumamos los pasos
hundidos en la tierra fangosa
en busca de la senda
que lleva al llano
7
Que yo debía haber gritado…
J. R.
El tiempo confundido
con los sonidos
se despeña
no hay voces
para sustentar
el llanto de la mujer
que olvidó
el ruido de sus lágrimas
al caer
8
el irse diluyendo en agua espesa, y el girar de luces...
J. R.
Enceguecidos
por las visiones
la luz de la lámpara
imita
el resplandor del llano
al medio día
9
Voy a ir un rato a caminar, Ana. A ver si así reviento.
J. R.
El polvo de Comala
obnubila la visión del peregrino
qué esperar de la tierra
donde todo nació muerto
qué esperar
de la piedra suelta del camino
a que temer
sobreviviendo
por encima del polvo
debajo del silencio
10
¡Padre, queremos que nos lo bendiga!
J. R.
Anhelamos el perdón que damos
cuando se abren labios invisibles
azotamos con ira
la necesidad de ventura de los otros
pretendemos ser dioses
dioses de polvo y de mudez
dioses peregrinos
de tierras inexistentes
que no perdonan la libertad
del sueño
mensajeros de ninguna alabanza
hacen que la culpa
repose en los huesos
11
Sí, yo soy. Te conozco desde que abriste los ojos.
J. R.
De entre los muertos
la voz asida de la nada
resonancias de carcajadas
que se repiten en mudas gargantas
nadie puede detener
este lamento triste
este desolladero
piel adentro
este grito de las muertos
pidiendo vida
12
cuando era tan fácil decir una palabra o dos, o cien palabras
si éstas fueran necesarias para salvar un alma.
J. R.
Un aluvión de señales
llega desde el lejano pueblo
de Comala
el viento de la montaña
trae noticias de los idos
en los cerros áridos
renace la fuente milenaria
todos vienen a aplacar la sed
que han amotinado
en el trayecto
los durmientes de Comala
se levantan
la eternidad de dios
se presiente
en la extensión
de sus vocablos
13
Sé que ahora debe estar en lo mero hondo del infierno;
porque así se lo he pedido a todos los santos
con todo mi fervor.
J. R.
Los muertos se levantan
de entre los muertos
no hay profetas
para que escriban
esta hazaña
el viento bendecido
se hace hálito nuevo
en las viejas simientes
todos se levantan
de entre el polvo
la luz de la colina
hace lo que el agua a la harina
ven el cielo ensangrentado
sin promesas
los muertos de Comala
pronto los caminos
se llenarán del sonido
de las piedras
13
Había estrellas fugaces.
Caían como si el cielo estuviera lloviznando lumbre.
J. R.
La tierra que pisan los pies
es de fantasmas
reclama al aire
los huecos de la heredad
en los muros
todos se lamentan
de cansancio
olvidaron los sueños
y están vivos
la vida aguanta y revienta
la vida
que todo lo sabe medir
hasta la muerte
14
Llegó abrazándome, como si ésa fuera la forma
de disculparse por lo que había hecho.
J. R.
La oquedad de las palabras
revienta los tímpanos
su sonido
martillea fuerte
las caracolas interiores
un mar que ya no es
pretende brotar
de adentro de las cuencas
un mar que ya es polvo
y es olvido
la noche cerrada y venturosa
apaga el ruido
que mata el ánimo
15
Vi un hombre cruzar la calle
J. R.
Sayula son todos los caminos
abrimos los sentidos
el cielo es un laberinto
que se dibuja
por la refracción de la luz
sobre los mares
podríamos ir a algún lugar
librarnos del dolor que se insinúa
incubándose en la sangre
16
La madrugada fue apagando mis recuerdos.
J. R.
Una escritura
se sostiene en un punto lineal
de la existencia
no logrando encontrar la curvatura
a sabiendas
de que no hay caminos rectos
que conduzcan a ninguna parte
17
Detuvo la respiración y abrió los ojos
J. R.
Damiana Cisneros
madre de la voz
de los vientos
pregunta sin aliento
en boca de los vivos
crujidos se oyen
desde lo profundo
pasos que van y vienen
sobre los surcos
creados por la lluvia
hunden la semilla
vendrá del fondo de la tierra
la espiga de maíz
mujer hecha
de grano y esperanza
18