domingo, 29 de julio de 2012


Amada Medellín, recorro tus calles inundadas de miseria humana, ríos de orines secos, en los andenes, hombres tirados a las tres de la tarde acobardados por sus propios fantasmas, seres que cantan a capela entre cantina y tasca.

El miedo duerme en tus calles, el temor de la muerte nos acosa y en el fondo nos complace.
El amor huye desesperado de nuestros corazones y se instala en el alma una soledad que no se franquea con la sola palabra "abra cadabra". Pareciese que se va instalando el el alma un tedio que no consumen las horas de domingo acabado.
MQ

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